Blanca Cuñat Bernat , psicóloga especialista en jóvenes y neuropsicóloga, comparte post sobre este reality.
Reconozco que de vez en cuando, entre zapeo y zapeo, “me asomo” por algún que otro reality; me distrae, paso un rato de desconexión de la vida ajetreada y a veces monótona. Apoltronada en el sofá me rio, otras veces me asombro y otras me indigno. Los realities disparan la intensidad de las emociones, enganchan al público objetivo, ¿pero a costa de qué? ¿Vale todo por incrementar audiencias? En la Isla de las tentaciones hay un lema ya explícito: “Hago lo que siento en este preciso momento, me dejo llevar”; otro implícito: “Pese a quien le pese”.
En un escenario paradisiaco rodead@s de hombres y mujeres esculturales, torsos y curvas pluscuamperfectas, retoques estéticos a más no poder a pesar de la juventud de l@s participantes, los chicos/as ponen supuestamente a prueba su amor. Hay fiestas temáticas, bien estructuradas y planificadas, donde el consumo de alcohol facilita la desinhibición, los juegos sensuales y el acercamiento extremo, que a más de un supuesto enamorad@ le pueden jugar una “mala pasada”.
Ante semejante plató televisivo, y conviviendo los chic@s las 24 horas, quién de tod@s es incapaz de quitar el freno, poner la 5 marcha y decirse a sí mismo “ancha es Castilla, hago lo que siento en este preciso momento”. Se abren las apuestas….
La función inhibitoria del lóbulo frontal se desactiva fruto de la presión probable por generar espectáculo televisivo, el consumo de alcohol y la difusión de responsabilidad generada en el grupo… Además, las imágenes mostradas en las Hogueras a lo que menos contribuyen es a generar confianza y tranquilidad en los “amados y amadas”, activándose por lo tanto en algunos/as, los deseos de venganza y revancha.
La difusión de responsabilidad que se origina en el grupo, término acuñado por los psicólogos sociales Darley y Latané en 1968, puede contribuir a eximir de responsabilidad individual ante un acto de infidelidad, puesto que el comportamiento esperado del grupo de ponerse a prueba y vivir la experiencia a tope, tiene una fuerza determinante en la conducta resultante de sus miembros. Igualmente, la presión por no ser el mueble de la edición y por qué no, unido al deseo de algun@s de alcanzar la fama televisiva, son otros componentes claves para sucumbir ante la temida tentación.
Y yo te pregunto, si en la actualidad mantienes una relación de pareja cerrada, con sentimientos recíprocos de intensidad emocional, con conexión, pasión y compromiso, ¿estarías dispuesto/ a participar en “La Isla de las Tentaciones”?
Blanca Cuñat Bernal
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