En los últimos años, hemos experimentado el crecimiento del enorme mundo digital. En gran medida, la aparición de redes sociales y el fácil acceso a Internet, nos permite tener al alcance, personas, servicios, información… pretendiéndonos hacer la vida más sencilla.
Pero, como todo en la historia, nada está exento de su lado negativo. Si bien, todo este mundo digital nos ayuda en muchos sentidos, también hay que considerar que es un terreno nuevo y que las personas tenemos nuestros procesos de adaptación al cambio. Por ello, en ese proceso es donde pueden surgir problemas “imprevistos” que pueden perturbar nuestro crecimiento.
Algunos de esos problemas son la cara negativa de las redes sociales y la influencia en los más vulnerables. Como ya comenté en otra publicación, la adolescencia es una etapa donde la construcción de la identidad se hace más visible. Es una etapa donde la persona comienza a diferenciarse de sus figuras de referencia y comienza a ampliar su campo de visión para asentar la persona que es. Como proceso, no es sencillo, estamos toda la vida descubriéndonos, pero es en este punto concreto vital donde el apoyo cobra un valor especial, pues la persona necesita sentirse respaldada en esta experimentación.
Las redes sociales en este punto pueden llevar a idealizar una realidad edulcorada, tanto en cuanto a cánones de belleza como a dar una imagen únicamente hedónica de la vida. Respecto a este primer punto, en la adolescencia, la aceptación del grupo y de los iguales es una necesidad prioritaria, por lo que esta perpetuación del canon de belleza de una manera rígida puede llevar a los famosos “complejos” por no cumplir dicho estándar. Esto, en muchas ocasiones, se traduce en el propio rechazo y a crear un sentimiento de no pertenencia, que crea una lucha constante llegando incluso a desarrollar trastornos de la alimentación y/o autoestima no sana (focalizada en lo corporal).
Por todo ello, es muy importante reconsiderar la evolución y la forma que están tomando las redes sociales en este sentido, así como comenzar a visibilizar la enorme heterogeneidad que existe en la belleza humana, pues, como decía el otro día en consulta: la belleza es tan subjetiva como el arte; todo depende de los ojos que lo miren, y siempre, la evaluación y el juicio de una persona sobre el aspecto de otra, tiene más que ver con quien evalúa que con quien recibe la evaluación.
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