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20 marzo, 2021¿ Qué le está pasando a mi hijo?, ¿será la llegada a la adolescencia ? ¿puede estar sufriendo acoso escolar?, ¿qué puedo hacer para que haga un uso responsable de las nuevas tecnologías?.
“Últimamente siento que mi hijo está más retraído, no interacciona con nosotros, no me cuenta su día a día en el colegio, me preocupa que le esté pasando algo y no consigo saber qué es”. “Mi hijo hace un uso excesivo del móvil, ya no quiere estudiar y cada día siento que es un extraño en casa”.
Esta es una de las preocupaciones de muchas familias hoy en día. Uno de los rasgos más comunes en la adolescencia es el aislamiento del resto de su familia. Es una etapa en la que los niños sufren diversas transformaciones. En las edades comprendidas entre los 11 y los 18 años los chicos y chicas buscan definir y reafirmar su propia identidad. Para ello, establecen unos límites muy claros. E, incluso, a veces, deciden que esos límites sean físicos y, literalmente, no salen de sus cuartos y viven sumergidos entre pantallas. Esto hace que los padres de niños adolescentes se desesperen.
Los adolescentes en la búsqueda de su identidad rechazan las relaciones cercanas con los padres para apoyarse en el grupo de iguales. En la sociedad que vivimos las nuevas tecnologías tienen un papel protagonista en la comunicación entre los jóvenes. Facebook, Twitter, WhatsApp, Instagram, YouTube, etc. son los ‘nuevos’ canales de comunicación que utilizan ahora para relacionarse. Gracias a estos canales, los chicos no tienen que moverse de ‘su espacio’ y pueden pasar horas encerradas usando las redes sociales.
Las consolas, los teléfonos móviles, las tablets, etc. son el gran entretenimiento hoy en día de los jóvenes. Para su buen uso es importante que los padres pongan normas y límites.
Sentarse a escuchar los problemas de los adolescentes es la base para evitar su reclusión en las tecnologías, cuya dependencia genera falta de atención, disminución de las relaciones sociales y nomofobia, es decir, una conducta agresiva cuando no tienen acceso al teléfono móvil.
Esta comunicación es recomendable iniciarla cuando aún son niños, y no esperar a la adolescencia, debido a que “su desarrollo cognitivo comienza a los 4 ó 6 años”.
Los padres pueden observar un uso inadecuado o excesivo , a través de señales como:
- Descenso del rendimiento escolar.
- Una menor comunicación con la familia.
- Cambios emocionales bruscos.
- Uso del móvil a deshora y en momentos inadecuados durante la comida o el estudio.
Las causas que se encuentran detrás de estos comportamientos pueden ser el sentimiento de soledad del adolescente o el ejemplo recibido desde el entorno familiar.
Prevenir los síntomas de la adicción
Para evitar la aparición de los síntomas se puede actuar desde la tierna infancia mediante la comunicación y otras pautas:
- Limitar el tiempo de conexión a la red
- Potenciar en nuestros hijos actividades de ocio saludable (deporte, lectura, actividades al aire libre etc).
- Ayudarles a desarrollar una adecuada autoestima y unas buenas habilidades sociales que les permitan el desarrollo de buenas relaciones interpersonales.
- Romper con las rutinas de conexión: si el adolescente enciende el ordenador nada más levantarse para comprobar su correo electrónico, debemos intentar que lo haga después de realizar otra actividad (desayunar, ducharse…).
- Ayudar al menor a planificar y organizar su tiempo.
- Enseñarle la capacidad formativa de la red, incluyendo Internet como una herramienta de ayuda al estudio y a la formación.
- Tiempo en familia. Para prevenir el ostracismo al que se someten muchos jóvenes con estos terminales, hay que invertir en el tiempo en familia: cocinar juntos, una excursión el fin de semana, sentarse al final del día para contar cómo ha ido el día.
- Advertir de los riesgos. Los padres deben advertir de los peligros que existen en red y que pueden llegar. Para prevenirlo los jóvenes tienen que mantener su privacidad y nosotros como adultos no bajar la guardia.
Las nuevas tecnologías pueden tener un gran potencial educativo y comunicativo pero su uso inadecuado o abusivo puede acarrear consecuencias desagradables para jóvenes y adultos.




