Tenemos un lío enorme en la cabeza, llorar y sufrir por la pérdida de un ser querido no es una patología. Es muy común que a los pocos días de la muerte de alguien importante para nosotros, la gente nos diga; «llora, te vendría bien», «desahogate», y quizás, en los primeros días, justo es cuando no puedes derramar ni una lágrima porque estás en shock, de bloqueo emocional, extenuada y fuera del mundo. Después, a las semanas o meses, cuando tu ya empiezas a encontrar el caudal para poder expresar tu dolor y permitirte ese vacio y esa tristeza profunda , el entorno te reclama esfuerzo para recuperarte de tu pena.
A veces, con la mejor intención nuestros amigos y familiares nos organizan planes para animarnos y sacarnos de ese proceso natural de pena que lleva su curso, necesitamos tiempo para conectarnos de nuevo con la vida y la esperanza de que podremos vivir sin nuestro ser querido y reinventarnos a pesar de su ausencia.
Date tiempo para procesar lo que sientes, valida tu ritmo y tu sufrimiento. Permitete sentir lo que venga durante el proceso hasta que vuelvas a conectarte con la esperanza , hasta una plantita minúscula es capaz de rajar el suelo de hormigón para sacar la cabeza. Decide tú como quieres sentir tus duelos.
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