Nuestro sistema nervioso cuenta con más de una estrategia de defensa. La selección de una estrategia u otra no es una decisión voluntaria. Según las características de cada uno y del peligro que percibe en el entorno, su respuesta será de lucha, huida y / o inmovilización. El propósito es dar una respuesta que nos mantenga a salvo, que nos proteja y que nos devuelva la seguridad y la calma.

Confiar en nuestros recursos naturales de defensa nos da confianza y soporte para afrontar las situaciones que vivimos. A veces, nos reprendemos o nos sentimos culpables por huir de una situación que nos da miedo o que nos produce dolor y por consiguiente la evitamos, como si pudiéramos elegir la respuesta , como si pudiéramos pensar y decidir antes de actuar. No siempre es así. Ante situaciones potencialmente peligrosas para la vida, el cerebro subcortical , toma el control y trata de ponernos a salvo, incluso se separa del neocórtex para que no haya interferencias entre el pensamiento y la acción, entre el pensamiento y la respuesta.

El otro día me contaba mi vecina que estando una noche en su casa durmiendo, escuchó ruidos de cajones en su misma habitación. Pudo ver como un hombre encapuchado vaciaba su joyero. Su reacción fue la de cerrar los ojos y quedarse inmóvil en su cama, así estuvo durante largo rato, quieta, rígida y sin a penas respirar. Así permaneció hasta que el ladrón se marchó. Su sistema de vigilancia tomó el control de su respuesta. No existen malas respuestas, solo hay respuestas adaptativas.

Fuera del ámbito de nuestra consciencia consciente , nuestro sistema nervioso está continuamente evaluando el riesgo en el entorno, y establece prioridades para las conductas que son adaptativas pero esto no es cognoscitivo. ( Libro Teoría Polivagal para el tratamiento del trauma de Sthepen W. Porges ) .

Algunas situaciones de estrés pueden dejar huella, es una posible consecuencia psicológica de la exposición a un acontecimiento traumático.